El invariable propósito de la educación era, es, y siempre seguirá siendo, la preparación de estos jóvenes para la vida. Una vida de acuerdo con la realidad en la que están destinados a entrar. Para estar preparados, necesitan instrucción, "conocimientos prácticos, concretos y de inmediata aplicación", para usar la expresión de Tullio De Mauro. Y para ser "práctica", una enseñanza de calidad necesita propiciar y propagar la apertura de la mente, y no su cerrazón.