Frase de Yukio Mishima

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Cualquier hombre, por fascinante que pueda ser, acaba por convertirse en ridículo a causa de su deseo sexual.... - Yukio Mishima

Cualquier hombre, por fascinante que pueda ser, acaba por convertirse en ridículo a causa de su deseo sexual.

Yukio Mishima

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Explorar Frases

La palabra progreso no tiene ningún sentido mientras haya niños infelices.

Albert Einstein

Como revelación de ignoto arcano, hecha del germen mismo de lo tierno, eres misterio que al misterio humano aclara en ti su gema donde quiso mostrar la vida su prodigio eterno para que en ti yo viera el paraíso.

Alfonso Orantes

Donde hay una mujer, el pobre no sufre.

Cesare Cantù

Cuando los científicos se ven enfrentados con una expresión de la cultura tradicional empiezan a sentirse incómodos.

Charles Percy Snow

Me gustaría que se me apareciera el fantasma de Marilyn Monroe por puro morbo: quisiera saber qué le pasó de verdad.

Chenoa

Sin derecho y responsabilidad a expresar nuestras opiniones esto no puede llamarse Partido Comunista.

David Riazánov

Ni una sola hoja, no duerme ni la luna en este sauce.

Den Sute-jo

Comunicarse con Dios es la experiencia más extraordinaria que se pueda imaginar, pero al mismo tiempo es la más natural del mundo, porque Dios está presente en todos nosotros en todo momento.

Eben Alexander

Dos cosas constantes te revelan, te tienen de cuerpo entero en el instante, y son la cama y la mesa de madera, hechas a la medida del amor y del hambre.

Homero Aridjis

Lluvia de anoche, cubierta esta mañana por la hojarasca.

Io Sogi

Regresaba. ¿Era yo el que regresaba? En la angustia vaga de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.

Juan L. Ortiz

Sin un poco de fanatismo no se hacen milagros en filosofía ni en otra ninguna ciencia humana.

Marcelino Menéndez Pelayo

Se acerca tiempos difíciles, amar es urgente.

Miguel Abuelo

Caminando, caminando voy buscando libertad ojala encuentre camino para seguir caminando.

Víctor Jara

La belleza, sin necesidad de valedores, persuade por sí misma los ojos de los hombres.

William Shakespeare