La noche de bodas, mi mujer se detuvo en mitad del acto y se puso de pie en la cama para aplaudirme.
Woody Allen
Yo quiero corazón, no quiero echar de menos los mares de ilusión, no quiero amarrarme a un puerto, donde ya no estallan huracanes de pasión.
Alejandro Sanz
Tony Visconti y yo habíamos estado esperando volver a trabajar juntos por un par de años. Nosotros tuvimos bastante grandes compromisos y durante mucho tiempo no se veía un espacio en el que podíamos conseguir algo juntos.
David Bowie
La polisemia del lenguaje constituye el combustible del pensamiento.
Eugenio Trías
Solamente le tengo miedo a los pendejos por que son muchos. Y son peligrosos porque al ser mayoría eligen hasta al presidente.
Facundo Cabral
La verdadera felicidad consiste en verse uno hermoso en el espejo de la propia conciencia.
Isaac Núñez de Arenas
Cuando la mente está completamente silenciosa, tanto en los niveles superficiales como en los profundos; lo desconocido, lo inconmensurable puede revelarse.
Jiddu Krishnamurti
El corazón es la región del inesperado.
Joaquim Machado de Assis
Las guerras y los arranques de cólera son los recursos de la ignorancia; los arrepentimientos y las iluminaciones que llegan demasiado tarde.
Joseph Campbell
Soy el extraño muchacho que rompe el musculo en tu pecho, la grieta de tu techo transformo dichos en hechos y así penetro en ti como este aire que respiras, soy el rumor entre esquinas y avenidas.
Nach
Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Pablo de Tarso
Cada cual aporta su astilla a la hoguera que ilumina el mundo.
Pascal Quignard
Evita, por encima de cualquier circunstancia, la tristeza; que tu alegría no sea fruto de las circunstancias favorables, sino fruto de ti mismo.
Periandro
En el amor como en el deporte, la condición amateur debe ser estrictamente mantenida.
Robert Graves
Es propio de un alma grande despreciar las cosas grandes y preferir lo moderado a lo excesivo.
Séneca
Cuídate mucho de hacer llorar a una mujer, pues Dios cuenta todas sus lágrimas.
Talmud