La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son.
Winston Churchill
Los proveedores de software están intentando hacer sus productos más amigables para el usuario. Su mejor aproximación hasta el momento ha sido tomar sus antiguos folletos y estampar las palabras 'amigable para el usuario' en la portada.
Bill Gates
La guerra no es más que un duelo en una escala más amplia.
Carl von Clausewitz
Las cadenas se rompen con ideas y no a bayonetazos.
Concepción Arenal
Uno solo es inmutable, eterno y dura para siempre, uno y el mismo consigo mismo. Con esta filosofía mi espíritu crece, mi mente se expande.
Giordano Bruno
Muchos aman a los animales porque creen que el cariño de éstos es desinteresado, pero se engañan.
Isabel de Rumania
El lenguaje del amor está en los ojos.
John Fletcher
No puede hallarse poesía en ningún lado cuando no se lleva dentro.
Joseph Joubert
Saltamontes no aplastes las perlas en el blanco rocío.
Kobayashi Issa
Lo impulsaban a luchar el deseo de saber y el amor a la verdad, el espíritu de aventura teórica, y el anhelo de consolarse y atenuar la atmósfera de aflicción que lo cubría y la sensación de soledad que se ocultaba en lo hondo de su alma.
Naguib Mahfuz
Y todos los océanos, todas las montañas, los arcángeles, la gente, las flores, todo se refleja en tus ojos.
Nikolái Gumiliov
Cuando uno está enamorado comienza engañándose a sí mismo y termina engañando a los demás.
Oscar Wilde
La crueldad es esencial para conservar el poder. Sin crueldad puedes parecer débil, y los adversarios se aprovechan de ello. Es como con los perros: el que gruñe más fuerte se convierte en el macho dominante.
Roberto Saviano
Las máquinas evolucionan y se reproducen a velocidad prodigiosa. Si no les declaramos la guerra a muerte será demasiado tarde para resistirse a su dominio.
Samuel Butler
¿Sabes cómo sé que un adicto miente? Porque mueve los labios.
Tim Robbins
Los hombres nunca hacen el mal de forma tan completa y entusiasta como cuando lo hacen por convencimiento religioso.
Umberto Eco