La guerra ha comenzado cuando Hitler lo quería. Pero no terminará hasta que nosotros estemos bien convencidos de que ha recibido lo que merece.
Winston Churchill
Callan los grillos bajo la hierba que el viento aplastó. Las auras giran lento por un cielo cargado de pesar. No veremos jamás tu pueblo, tu fanfarria, tu brujo.
Alejo Carpentier
La peligrosidad es intrínseca al futuro. Los más notables avances de la civilización son procesos que casi aniquilan a las sociedades en cuyo seno se producen.
Alfred North Whitehead
Es un lugar común hablar sobre cómo el colonialismo envilece por igual al colonizador y al explotado...
Álvaro Mutis
No faltan los vocablos para expresar el deseo sexual: libido, apetito, ansia, excitación, pulsión, etc., pero su definición continúa siendo confusa.
Anne de Kervasdoué
Yo lo único que tengo de verdad son los sentimientos y los kilos de silicona que me pesan como cristales.
Antonia San Juan
La miseria colectiva se ostenta como continuación del progreso.
Carlos Monsiváis
Invitar al paisaje a que venga a mi mano, invitarlo a dudar de sí mismo, darle a beber el sueño del abismo en la mano espiral del cielo humano.
Carlos Pellicer Cámara
Desde que sus suegros habían llegado hacía dos semanas, el concepto de hogar había sufrido serias alteraciones.
Dolores Redondo
Echad los prejuicios por la puerta: volverán a entrar por la ventana.
Federico II
Acontece la paradoja máxima de que lo que está en todas partes, lo omnipresente, es lo que cuesta más trabajo ver.
José Ortega y Gasset
El peligro del éxito es que nos hace olvidar la terrible injusticia del mundo.
Jules Renard
A mi juicio la buena o mala conducta futura de un niño depende completamente de la madre.
Marlene Dietrich
Cada lágrima que corre allí donde podría haber sido evitada es una acusación; y es un criminal quien, con inconsciencia brutal, aplasta una pobre lombriz.
Rosa Luxemburgo
El mayor castigo de la injuria es haberla hecho.
Séneca
Y es que la naturaleza no hace nada en vano, y entre los animales, el hombre es el único que posee la palabra.
Sigmund Freud