El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia.
William Shakespeare
En España no se respeta la identidad y no hablo de la ideológica sino de la de lugar, de que España es lo que es con lo bueno y con lo malo. Somos un país de broncas, de alegrías y tristezas y de una serie de cosas que nos definen, como la tapa con los amigos, la Guerra Civil periódica que vivimos en España, la mala leche y el toro también.
Arturo Pérez-Reverte
La religión está en el corazón y no en las rodillas.
Douglas William Jerrold
Imitar lo provechoso es casi tan sencillo como instruirse con lo pérfido.
Esteban Navarro
Hace rato que le han debido dar a Vallejo el premio Nobel, pues es el mejor escritor del país. Es superior a García Márquez.
Fernando Vallejo
Lo que se llama liberalidad no es por lo regular sino la vanidad de dar, vanidad que preferimos a lo que regalamos.
François de La Rochefoucauld
De la Copa Inca a esta Copa Caribeña que se nos viene, está garantizado el espectáculo dentro y fuera de la cancha...
Jorge Carrión Rubio
Leyendo un libro, un día, de repente, hallé un ejemplo de melancolía: Un hombre que callaba y sonreía, muriéndose de sed junto a una fuente.
José Ángel Buesa
Gran favor le hizo a América quien quiera que tuviera la culpa de que Hostos no quisiera hacerse abogado.
Juan Bosch
La mujer compuesta quita el marido de otra puerta.
Proverbio
Se nos muere el amor, tiene fiebre de frío, se nos cayó de la cama cuando lo empujó el hastío.
Ricardo Arjona
Mi país, mas que mi patria, mi raiz; mas que mi tierra, la matriz: que me enseñó a parir pensamientos.
¿No es una cosa terrible que la salvación propia signifique la condenación eterna de otra persona?
Robert Louis Stevenson
Soy indefectiblemente yo mismo y es en esto en lo que radica mi estar loco: estoy loco puesto que consisto.
Roland Barthes
La persona que había al otro lado era una mujer joven. Muy obviamente una mujer joven. No había manera posible de confundirla con un hombre joven en ningún lenguaje, especialmente en braille.
Terry Pratchett
Juro por la burra de Balaam que, si sigue callando, haré que se arrepienta de su obstinación. Y diciendo estas palabras, el Califa no pudo evitar lanzar sobre el desconocido una de sus peligrosas miradas; éste ni se inmutó: el ojo asesino no le produjo el menor efecto.
William Beckford