Mi lugar en la historia dependerá de lo que puedo hacer por el pueblo y no en lo que la gente puede hacer por mí.
William Jennings Bryan
Cuando una mujer discute con un hombre, el tener razón no es una conclusión que ella saca, sino, casi siempre, un regalo que ella espera.
Albert Guinon
El matrimonio es la trampa.
Anónimo
Y cuando vino la muerte, el viejo a su corazón preguntaba: ¿Tú eres sueño?¡Quién sabe si despertó!
Antonio Machado
No dejo de pensar que podría haber cambiado nuestro destino solo con no tomar algunas tontas decisiones.
Elísabet Benavent
La gente debe entender que la ciencia no posee intrínsecamente un potencial para el bien ni para el mal. Se trata de un potencial que puede ser aprovechado por el hombre para hacer su voluntad.
Glenn T. Seaborg
El bien no siempre conduce a un buen final. Es una verdad reconocida por todos.
Jane Austen
La moralidad tiene que ver, sin duda, con la justicia y con el bienestar de los otros, incluso con la promoción del bienestar general.
Jürgen Habermas
Sol del Pucará luz de Maimará, da trabajo y paz para la gente del lugar; tierra tropical mano artesanal, vieja dignidad de viva identidad, pan trabajo y paz para los del lugar.
Miguel Cantilo
La libertad es el oxígeno del alma.
Moshe Dayan
Al principio tenía bienes el que tenía poder. Ahora tiene poder el que tiene dinero. El dinero es el que pone al espíritu en el trono. La democracia es la perfecta identificación del dinero con la fuerza política.
Oswald Spengler
Deja que la visión recta sea una antorcha de luz en tu camino. No busques la satisfacción de tu vanidad ni te muevas con soberbia.
Swami Sivananda
La caridad empieza en casa, pero no termina allí.
Thomas Fuller
El odio mal dirigido es la desgracia de las razas.
Tupac Shakur
La capacidad humana de amar es muy variada. Pero el amor pasional es muy sexual, aunque no lo sea abiertamente. Creo que el amor se ha de basar en la confianza y la verdad, es una promesa de establecer algo, de ir adelante; eso me interesa más.
Ursula K. Le Guin
La noche cayó antes de que el cortejo llegase a la cima del más alto roquedal. Entonces, un viento impetuoso hizo jirones las cortinas de los palanquines y las literas, y dejó a las pobres damas entregadas a todos los furores de la tempestad. La oscuridad del cielo acentuó el terror de aquella noche desastrosa.
William Beckford