Seguir estúpidos precedentes y parpadear con los dos ojos es más fácil que pensar.
William Cowper
A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: ¡Sígueme!
Benedicto XVI
Mi gente, mi casa, mi poco de fe... Me llaman, me emplazan, me dicen... Volve.
Eladia Blázquez
La libertad no es una fruta al alcance de todas las manos.
Francisco Ayala
Es más fácil construir niños fuertes que reparar hombres rotos.
Frederick Douglass
Estaba loco de amor..., y por esa causa y también por otras muchas cosas, era capaz de todos los crímenes.
Gastón Leroux
El progreso democrático real no es bajar a la élite al nivel de la masa, sinó en elevar el nivel de la masa al de la élite.
Gustave Le Bon
Siempre me mantengo sobre el terreno de los hechos: todas mis conjeturas las compruebo experimentalmente y, de esta manera, me apoyo siempre en la solución que dan los hechos.
Iván Pávlov
No canto a ningún sector en particular, canto a la gente. Traigo canto de gente para la gente.
Jorge Cafrune
Hay muchas mujeres buenas y pocas malas. Pero, en cambio, hay muchísimas que, siendo de las primeras, se parecen a las segundas.
José Moreno Nieto
Toda época se nutre de ilusiones, si no, los hombres renunciarían pronto a la vida y ése sería el final del género humano.
Joseph Conrad
En política no hay amigos; no hay más que cómplices.
Rafael Barrett
Algo está mal, y es más que un fácil acceso a las armas o la violencia en la televisión. Se trata de la falta de amor y apego a los principios de amor a vida.
Rob Reiner
No viviré si no es para buscarte y cruzaré el dolor para adorarte.
Silvina Ocampo
No puedes simplemente poner algo nuevo en un lugar. Tienes que absorber lo que ves a tu alrededor, lo que existe sobre la tierra, y luego utilizarlo, junto con el pensamiento contemporáneo, para interpretar lo que ves.
Tadao Ando
Los mayores enemigos de la libertad no son aquellos que la oprimen, sino los que la ensucian.
Vincenzo Gioberti