El signo más alarmante del estado de nuestra sociedad ahora es que nuestros dirigentes tienen el valor de sacrificar las vidas de los jóvenes en la guerra, pero no tienen la valentía de decirnos que debemos ser menos codiciosos.
Wendell Berry
La fortuna es de vidrio; brilla, pero es frágil.
Anónimo
La Arquitectura aspira a la eternidad; por esto es la única cosa incapaz de modas y novedades en sus principios.
Christopher Wren
Imitar lo provechoso es casi tan sencillo como instruirse con lo pérfido.
Esteban Navarro
El que vive retirado dentro de su inteligencia y espíritu, vive en el paraíso.
Francis Beaumont
La señora se arrodillara, diciendo su Ave María; Ella no cree, pero entre los católicos, incluso los escépticos son corteses.
Graham Greene
No presumo de ir hacia un falso ideal de estoicismo, pero evito las ocasiones de sufrimiento y las atracciones peligrosas, de las que ya no se vuelve.
Gustave Flaubert
Los desempleados crearon su propia miseria por no trabajar lo suficiente.
Henry Ford
Probablemente saboreó una sensación tan compleja que rebasaba con mucho los límites de la cordura.
Henry James
Las banderas de plegarias llevan impresas fórmulas sagradas que el viento captura con su aliento de ida y vuelta, y esparce a continuación entre todos aquellos que, como nosotros, recorren el sendero que conduce hasta el monasterio.
José Vicente Alfaro
Un régimen monetario aislaría la política monetaria del poder arbitrario de un pequeño grupo de hombres no sujetos al control de los electores, y de las presiones a corto plazo de la política partidista.
Milton Friedman
Confía en tu corazón. Eres un artesano digno de crédito.
Salinger
No hay contentamiento más cierto que el que no se puede quitar.
Séneca
Al hombre perverso se le conoce en un sólo día; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo.
Sófocles
Sabía lo bastante acerca de la felicidad para darse cuenta de que, si alguna vez la encontraba, tendría que ser dentro de sí mismo.
Spencer Johnson
Mi sangre son las carreras, empujando al límite, viviendo en el filo.
Takuma Sato