¡La mandó a lo de Doña María!
Walter Nelson
Intento encontrar cosas que son desafiantes e interesantes y espero que represente lo mismo para el público.
Alan Rickman
¿Por qué se ama a la mujer de la que estamos enamorados? Porque es.
Aldous Huxley
Lo bueno no debería ser tan breve.
Alejandro Sanz
Yo aquí soy la ley, si se mueve algo tengo que saberlo.
Ben Mendelsohn
Dadme dos líneas escritas de su puño y letra por el hombre más honrado y encontraré en ellas motivo suficiente para hacerlo encarcelar.
Cardenal Richelieu
La primera regla de una política tan barroca como la mexicana es la siguiente: ¿para qué hacer las cosas fáciles si se pueden hacer complicadas? De allí la segunda regla: ¿para qué hacer las cosas bien si se pueden hacer mal? Y la tercera, que es el corolario perfecto: ¿para qué ganar si podemos perder?
Carlos Fuentes
La opinión pública es más fuerte que el poder legislativo, y casi tan fuerte como los diez mandamientos.
Charles Dudley Warner
La buena filosofía comienza con la duda, pero no termina nunca con la obstinación.
Ferdinando Galiani
¿Qué es lo que se consigue a menudo con la educación? Hacer de un arroyuelo libre y serpeante una zanja trazada a cordel.
Henry David Thoreau
Todos nacemos felices. Por el camino se nos ensucia la vida, pero podemos limpiarla.
Isabel Allende
Es cierto que poca gente se confiesa de derechas. Pero es que creen que no es pecado.
Jaume Perich
El Estado es un inmenso cementerio al que van a enterrarse todas las manifestaciones de la vida individual.
Mijaíl Bakunin
Ni es la inteligencia una herramienta, como nos inclinamos a imaginar demasiado frecuentemente; por el contrario, es un brazo que puede esgrimir cualquier herramienta.
Thomas Carlyle
Aprendí que la vida es un regalo, que hay que disfrutarla, porque es un milagro que estemos acá. Entonces, más allá de lo que nos pase, tenemos que ser conscientes de que estamos vivos. Todo en la naturaleza está vivo y nosotros formamos parte de ella.
Tony Bennett
¿Qué te haría pensar eso? - preguntó, una contestación al azar, patética, pensó, que enmascaraba el terror que ahora sentía, que por fin se permitía sentir, y que era miedo a una pérdida de personalidad, de voluntad y dirección, miedo a amarlo como aún lo amaba.
William Gibson