Frase de Wallace Stevens

← Anterior Siguiente →
Generalmente la experiencia se atribuye a las personas de cierta edad y, lo que es peor, se la atribuyen ellas mismas.... - Wallace Stevens

Generalmente la experiencia se atribuye a las personas de cierta edad y, lo que es peor, se la atribuyen ellas mismas.

Wallace Stevens

Todas las frases de Wallace Stevens →

Explorar Frases

¿Dónde empieza el final del mar?

Alessandro Baricco

Soy un privilegiado porque he hecho lo que me ha dado la gana y eso vale mucho.

Alfredo Landa

El bien público está formado por buen número de males particulares.

Anatole France

Yo fui el Marlon Brando de mi generación.

Bette Davis

Porque las cosas y las personas que sólo se han visto con los ojos de la imaginación pueden seguir viviendo y siendo iguales, aunque desaparezcan en la realidad.

Carmen Martín Gaite

Si admitimos que la vida humana puede ser gobernada por la razón, entonces toda posibilidad de vida es destruida.

Emile Hirsch

Los espíritus mediocres condenan generalmente todo aquello que no está a su alcance.

François de La Rochefoucauld

Con la palabra diablo se consiguió crear un enemigo poderosísimo y temible de tal manera que era razonable sufrir por tal enemigo.

Friedrich Nietzsche

Incluso si la gente me censura, deberían hacerlo con el sombrero en la mano.

Gustav Mahler

Mi existencia, reducida al momento presente, flota en el océano de las cosas creadas como uno de esos átomos luminosos que nadan en el rayo del sol.

Gustavo Adolfo Bécquer

Se revelaba la verdadera naturaleza del presente: era todo lo que existe, y todo lo que no fuese presente no existía.

Jean-Paul Sartre

Los inocentes son sacrificados a veces para dar paso a un orden mayor.

Jonathan Rhys-Meyers

Creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por yuxtaposición de diferentes sustancias.

Junichiro Tanizaki

Sabía que el elegir era algo así como ser lanzado al agua después de haber aprendido a nadar por correspondencia.

Santiago Lorén

Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?

Sor Juana Inés de la Cruz