La vida es un juego de azar.
Voltaire
Definitivamente, hay un sentimientopeligroso cuando se está enamorado. Se trata dar tu corazón a otra persona y saber que tienen el control sobre tus sentimientos.
Beyoncé
Todos empezamos a partir de la misma posición inicial, y con blancas o con negras, a todos nos gustan los mismos planes de ataque, y nos servimos de las mismas defensas. En pocas palabras, todos empleamos las mismas armas.
David Bronstein
Cuando nos despertamos del más profundo sueño, rompemos la telaraña de algún sueño. Y, no obstante, un segundo más tarde es tan delicado este tejido, que no recordamos haber soñado.
Edgar Allan Poe
De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor; ella y el miedo a morir, cruz y raya cuando ya se puede pronosticar el día y la hora.
Enrique Lihn
El trabajo corporal desembaraza de los sufrimientos espirituales; eso es lo que hace dichosos a los pobres.
François de La Rochefoucauld
Y por tus ojos la borrasca y la ventisca y el miedo a las hadas.
Gerardo Diego
Casi siempre que un matrimonio se lleva bien, es porque uno de los esposos manda y el otro obedece.
Gregorio Marañón
No debe llorarse más muerte que la de los hombres felices, es decir, de muy pocas personas.
Gustave Flaubert
La TV es cultura y hay que verla porque lo que no sale en la tele no existe.
Gustavo Bueno
¿Acaso piensas que puedes ser feliz mientras yo me arrastro bajo el peso de mi desdicha? Podrás destrozar mis otras pasiones; pero queda mi venganza, una venganza que a partir de ahora me será más querida que la luz o los alimentos.
Mary Shelley
Las cárceles, los hospitales y las escuelas presentan similitudes porque sirven para la intención primera de la civilización: la coacción.
Michel Foucault
Soy una amalgama de ingeniería social, por así decirlo, si me percibo separado de todo el resto esto es lo incorrecto.
Peter Joseph
Si todos los seres humanos viviéramos enamorados, hasta el mismo veneno de las víboras desaparecería.
Samael Aun Weor
Un poema es un misterio cuyo secreto debe buscarlo el lector.
Stéphane Mallarmé
Nadie se da la muerte en un exceso de razón.