Dejemos los placeres para que podamos volver a gozar de ellos.
Voltaire
En una de esas tardes sin más pintura que la de mis ojos, te desnudé y el viaje de mis manos y mis labios llenó todo tu cuerpo de rocío.
Carlos Pellicer Cámara
Rebasar los límites no es un defecto menor que no alcanzarlos.
Confucio
Las acciones humanas o bien carecen de toda vileza al proceder de una causa tan buena o, si la tuvieran, han de involcrar al autor en la misma culpa, en tanto que se reconozca que, en última instancia, es su causa y autor.
David Hume
Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor.
Desmond Tutu
Los hombres creen que todos los hombres son mortales, menos ellos.
Edward Young
La fiesta, por supuesto, más que para los habitantes del campamento, era para los que iban llegando, especialmente invitados unos y curiosamente atraídos otros.
Enrique López Albújar
Mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar.
Erich Fromm
Nadie puede más que nosotros. Somos más fuertes que todas las fuerzas armadas de todas las naciones juntas.
Eva Perón
El hombre odia a quien le hace sentir su propia inferioridad.
Felipe Stanhope de Chesterfield
La música permite decir las verdades que callamos y no se puede explicar por qué sientes tanto. La vida no tendría sentido sin la música.
Gaby Moreno
Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso. (Lucas 23:43 Biblia Vaticana.)
Jesús de Nazaret
El hombre al hombre olvida, si le es indiferente, cuando muere, y si le debe algún favor, en vida.
Joaquín Bartrina
La filosofía no es un simple juego de mesa. Se trata de quiénes somos y de dónde venimos.
Jostein Gaarder
El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la distorsión. El relato avanza siguiendo un plan férreo e incomprensible y recién al final surge en el horizonte la visión de una realidad desconocida: el final hace ver un sentido secreto que estaba cifrado y como ausente en la sucesión clara de los hechos.
Ricardo Piglia
Con frecuencia pedimos al cielo recursos que residen en nosotros mismos. El destino celeste nos deja libres en nuestras acciones y no retarda nuestros designios, sino cuando somos lentos en ejecutarlos.
William Shakespeare