Cada persona que vive en nuestro país no debe olvidar su fe y su etnia. Pero ante todo debe ser un ciudadano de Rusia y debe estar orgulloso de esto. Nadie tiene derecho a poner sus peculiaridades nacionales y religiosas antes de las leyes del Estado. No obstante, las leyes del Estado también tienen que tener en cuenta las peculiaridades nacionales y religiosas del pueblo.