Mi amigo Mario Moncelli tiene una teoría: mueren sólo los capullos, claro que un momento de capullismo lo tiene todo el mundo en la vida, pero yo intentaré estar atento.
Vittorio Gassman
No hay nada en el mundo a que más indiscutible derecho tenga el hombre que a disponer de su propia vida y persona.
Arthur Schopenhauer
¿Ve usted aquellos hombres que descargan carbón? Yo también lo hice. Yo también descargué carbón de los barcos anclados en La Boca. Mis hombros saben cómo los encorva aquella faena prolongada bajo un sol calcinante. Eso era trabajar para poder trabajar más; me empleaba como descargador una semana para poder pintar la semana subsiguiente.
Benito Quinquela Martín
Ni Isabel ni Chabelita, ¡Chavela!
Chavela Vargas
El destino de muchos hombres dependió de haber o no haber habido una biblioteca en su casa paterna.
Edmundo de Amicis
La indiferencia, para mí, es la personificación del mal.
Elie Wiesel
Es duro tanto parar y empezar.
Felicity Jones
La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias.
Forges
Entrar en el terreno de los hechos es entrar en el mundo de los límites. Las cosas pueden emanciparse de ciertas leyes accidentales o pegadizas, pero no pueden escapar a las leyes de su naturaleza. Se puede libertar a un tigre de su jaula, pero no de su piel manchada.
Gilbert Keith Chesterton
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.
Jean-Paul Sartre
Una religión sin misterio debe ser una religión sin Dios.
Jeremy Taylor
Solamente hay uno de quien los demás podríamos sacar algo nuevo: Johann Sebastian Bach.
Johann Sebastian Bach
Siempre habrá tiempo para el desengaño y aprender hoy como aprendimos antes.
Mario Benedetti
Ahora soy capaz de contemplar lo que ocurre en mi interior, llena de veneración ante el fenómeno pero, sin embargo, enteramente consciente de que no es más que una ilusión pasajera que podría resultar mortal.
Peter Hoeg
No había hecho algo así desde hace treinta años.
Ryan Reynolds
En los hombres la alienación se pone de manifiesto sobre todo en el hecho de que las distancias desaparecen.
Theodor Adorno