Acuérdate de mi esta noche, su voz sonó frágil y delgada y muy lejana.
Virginia Woolf
Aquel que sólo luche por una paz momentánea no merece ninguna.
Benjamin Franklin
Las dimensiones de la felicidad individual tienen que ver con las relaciones personales en primer lugar.
Eduardo Punset
La felicidad no consiste en adquirir y gozar, sino en no desear nada, pues consiste en ser libre.
Epicteto
No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada.
Francisco de Quevedo
Mi esperanza es dejar el mundo un poco mejor que cuando llegué aquí.
Jim Henson
Aunque todo el mundo te tire piedras, si tu madre te respalda, estás bien.
Jojo Moyes
Quiero recordarles a mis camaradas, principalmente a los más jóvenes, que hoy promedian las edades de 58 a 68 años, que aún están en aptitud física de combatir, que en caso de continuar sosteniéndose este injusto encarcelamiento y denotación de los valores básicos ameriten el deber de armarse nuevamente en defensa de las instituciones básicas de la República.
Jorge Rafael Videla
La falsificación de moneda, por tanto, es inflacionaria, tiene un efecto de distribución, distorsiona el sistema económico y equivale a un sigiloso y malicioso robo y a la expropiación a todos los legítimos propietarios de la sociedad.
Murray Rothbard
Los problemas dignos de atacar, demuestran su valía luchando.
Paul Erdős
¡Dure por siempre el mal, si es que conviene tal remedio!
Pierre Corneille
Juega como un angel de barrios bajos, corre tras todo lo que se mueve, se desmarca hasta de si mismi, pone cara de pocos amigos y solo descansa cuando ve cumplido su immodesto objetivo: ganar el partido. Es Raúl.
Raúl González Blanco
La gruesa bestia tiene como fin la existencia. Yo soy el que soy. Ella también lo dice. Le basta con existir, pero no puede concebir ni admitir que otra cosa exista. Siempre es totalitaria.
Simone Weil
Me importa un comino el diploma. Lo que quiero es conocimiento.
Soichiro Honda
El amor es como la fiebre: brota y aumenta contra nuestra voluntad.
Stendhal
Por tanto, los autores de esta religión tenebrosa son el clero de la iglesia romana y de la presbiteriana.
Thomas Hobbes