No comer es un vicio, una especie de droga: con el estómago vacío se siente limpia y veloz, con la cabeza despejada, lista para la pelea. Toma un sorbo de café, baja la taza, estira los brazos. Levantarse a lo que parece ser un buen día, prepararse para trabajar pero no embarcarse todavía, resulta una de las experiencias más singulares.