Ojalá fuera cierto, Nero. Ojalá no hubiese un Dios que llamase a su presencia para juzgar los terribles pecados de los hombres. Soy sacerdote y profundamente creyente, pero... no le voy a negar que, a veces, mi fe se tambalea. -De pronto su semblante perdió la gravedad-. Pero toco a Bach, a Messiaen, a Bruckner... y todo vuelve a cuadrar en mi alma.