Envuélveme con palabras de destrucción y explotare pero dame la voluntad para sobrevivir y mira el mundo crecer.
Tupac Shakur
A mí me seguía el sol.
Alfonso Reyes Ochoa
Lo que hacemos es innovar y no mirar los resultados.
Amancio Ortega
El hombre es capaz de llegar, impávido, al martirio; pero retrocede confuso ante el ridículo.
Anónimo
La libertad, y no la esclavitud, es el antídoto de la anarquía; de la misma manera que la religión, no el ateísmo, es el verdadero remedio de la superstición.
Edmund Burke
Para saber hasta donde llega la crueldad de esos encantadores seres que nuestras pasiones enaltecen tanto, es necesario ver a las mujeres entre ellas.
Honoré de Balzac
No quiero verme condicionado por mi entorno, quiero que mi entorno se vea condicionado por mí.
Jack Nicholson
La mayoría de los actores franceses sólo pueden ser realistas.
Jean-Pierre Jeunet
Cómo llamarías a alguien como tú, que en vez de envenenar a las personas, las llenas a todas, al cartero, a nuestro chófer, al barquero, a la florista, a mí... De una nueva vida, con algo que irradia, tu belleza, tu...
Katherine Mansfield
Nada enriquece tanto los sentidos, la sensibilidad, los deseos humanos, como la lectura. Estoy completamente convencido de que una persona que lee, y que lee bien, disfruta muchísimo mejor de la vida, aunque también es una persona que tiene más problemas frente al mundo.
Mario Vargas Llosa
No existe peor intolerancia que la de la razón.
Miguel de Unamuno
La poesía es la ambición de discurrir, que aspira a verse cargada de más sentidos y ungida de más música, que el lenguaje ordinario.
Paul Valéry
El buen sentido es el que mejor está repartido entre todo el mundo.
René Descartes
Hasta tanto que los hombres no hayan permanecido libres durante algún tiempo, no saben cómo deben usar de su libertad.
Thomas Macaulay
La fe es la continuación de la razón.
William Adams
La prudencia puede detener un momento lo que no es capaz de impedir para siempre; pues, en un arrebato, los consejos, embotando un poco nuestra pasión, consiguen aguzar nuestra inteligencia.
William Shakespeare