Las palabras son graves como una procesión de reyes para tu alma con lagos secos y tristes.
Tristan Tzara
La ambición era lo que las alarmaba, porque ser ambicioso era cortejar el fracaso y exponerte al ridículo. Lo peor que podía pasarte en esta vida, según entendí, era ser el hazmerreír.
Alice Munro
¿Qué era cuando me parió mi madre? El número uno, el mejor. ¿Quién me ha hecho lo que soy? Yo mismo, sin ayuda de nadie. ¿Qué es lo que soy? ¡El puto amo!
Antonio Resines
Transformado en mirar puro, seguiré devorando las proporciones del cuerpo humano, el color de los lirios, esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda la extraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.
Czeslaw Milosz
Las guerras pueden ser peleadas con las armas, pero son ganadas por los hombres. Es el espíritu del hombre liderado y el espíritu del líder lo que lleva a la victoria.
George Patton
Bien sabemos por experiencia que el mundo es justamente como un corcel brioso que se da perfecta cuenta de cuando lo monta alguien que no lo puede manejar con firmeza y entonces lo desdeña y trata de quitárselo de encima y una vez que lo ha tirado a tierra se pone a pegarle coces.
Giordano Bruno
Para aquellos que creen, ninguna prueba es necesaria. Para aquellos que no creen, ninguna cantidad de pruebas es suficiente.
Ignacio de Loyola
Soy libre: no me queda ninguna razón para vivir.
Jean-Paul Sartre
Del que está muy enamorado de sus palabras, no se pueden esperar obras famosas.
Joaquín Setantí
El diablo es optimista si cree que puede hacer peores a los hombres.
Karl Kraus
La realidad es como la piel, nadie sabe hasta donde puede ser estirada.
Leandro Kabakian
La máscara que usan determinados hombres puede estar más cerca de la esencia, más adecuada para su ser que la cara que tienen.
Lucian Blaga
A mí dadme lo superfluo, que lo necesario todo el mundo puede tenerlo.
Oscar Wilde
Viejo es Pedro para cabrero.
Proverbio
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer...
Rubén Darío
¡La instrucción!... Una gran cosa, capaz de infundir respetabilidad hasta a los mayores pecados.
Vicente Blasco Ibáñez