Mamá siempre decía que se puede decir mucho sobre una persona por sus zapatos. A dónde van, a dónde estuvieron. Yo usé un montón de zapatos.
Tom Hanks
Aunque la inteligencia puede variar ligeramente de una persona a otra, finalmente es algo que, con esfuerzo, somos capaces de aumentar.
Daniel H. Pink
El que habla a un necio, aunque sea prudente, parecerá también necio.
Eurípides
Que no hubiera hombres ingratos, si hubiera mujeres cuerdas; porque siempre sus mudanzas nacen de nuestras flaquezas.
Francisco Leiva
Oso testigo de que he vivido como un filósofo, y muerto como un cristiano. Sus ultimas palabras según el Príncipe de Ligne.
Giacomo Casanova
Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa.
Gilbert Keith Chesterton
Los oradores son similares a las ranas: éstas cróan en el agua; ellos en el estrado del tribunal.
Gorgias
Sueños las dichas son, sueños las flores, la esperanza, el dolor, la desventura; triunfos, caídas, bienes y rigores el sueño son que hasta la muerte dura, y en incierto y continuo movimiento agita al ambicioso pensamiento.
José de Espronceda
El Rey debe callarse.
Julio Anguita
Un símbolo tiene en sí mismo su propia evidencia. Un símbolo que necesita argumentos no es valedero.
Lucian Blaga
La creación de Europa es una utopía democrática y bastante realista y realizable.
Mario Vargas Llosa
Si nos bastase ser felices, la cosa sería facilísima; pero nosotros queremos ser más felices que los demás, y esto es casi siempre imposible, porque creemos que los demás son bastante más felices de lo que son en realidad.
Montesquieu
El éxito de un minuto paga el fracaso de años.
Robert Browning
No es el mayor esclavo aquel que está dominado por un tirano, por grande que sea ese mal, sino aquel que sirve de juguete a su propia ignorancia, al egoísmo y al vicio.
Samuel Smiles
La fortuna de la guerra es siempre dudosa.
Séneca
El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal.
Simone de Beauvoir