La edad de la ignorancia comenzó con el sistema cristiano.
Thomas Paine
Llamamos, pues, cielo en un sentido a la entidad del orbe extremo del universo, o al cuerpo natural que se halla en el orbe extremo del universo: solemos, en efecto, llamar cielo a la extremidad del universo y a lo más alto, donde decimos también que reside toda divinidad.
Aristóteles
La mayor parte de las mujeres prefiere que se hable mal de su virtud antes que de su encanto y belleza.
Bernard Le Bovier de Fontenelle
Un buen luchador debe sentir, más que percibir, su oportunidad de golpear.
Bruce Lee
Los viejos ecos tardan en morir.
Charles Henry Parkhurst
El hombre puede trepar hasta las cumbres más altas, pero no puede vivir allí mucho tiempo.
George Bernard Shaw
Nueve décimas partes de la sabiduría provienen de ser juicioso a tiempo.
Henry David Thoreau
La televisión rompió el confort de los cuartos de estar con la brutalidad de la guerra. Vietnam se perdió en ellos, no en los campos de batalla.
Herbert Marshall McLuhan
Una esposa maltratada sigue estando casada hasta que se divorcia, o hasta que asesina al cabrón de su marido.
John Grisham
Los precios suben por ascensor, los sueldos por escalera.
Juan Domingo Perón
También la historia del Diluvio la copiaron de la tradición religiosa caldea, en la que el Noé asirio se llama Hasisadra y tras la inundación su arca se posa sobre el monte Nasir. (Ararat en la Biblia).
Juan Eslava Galán
Mi hijo mayor tiene 62 años, en cualquier momento me pasa.
Juan Verdaguer
Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira.
Mahatma Gandhi
La buena suerte no llega nunca demasiado tarde.
Michael Drayton
¿Qué representó para usted el cálculo de sus probabilidades de victoria en el Torneo de Portoroz? Para mí, el tablero de ajedrez es un campo de batalla y no los libros de un contador.
Mijaíl Tal
No puedo hacer más que seguir a los otros, a los conejos y ciervos, e incluso a una jauría de perros salvajes que corren por el bosque. Confío en su dirección porque sus instintos están más desarrollados que los míos.
Suzanne Collins