El espíritu egoísta del comercio no reconoce patria ni siente ninguna pasión o principio salvo el de lucro.
Thomas Jefferson
Antes que ayudarnos a expandir nuestros horizontes, nuestra mente, la tecnología cada vez nos hace más fácil no pensar o delegar responsabilidades y obligaciones. Ahora filmamos y fotografiamos cada minuto de nuestras vidas, queremos estar entretenidos. No soportamos ni treinta segundos de introspección. Por eso nos entregamos con devoción a estos aparatos y tratamos de convencernos de que esta forma de vivir es la única que merece la pena.
Alan Moore
Ama si quieres influir.
Doménico Cieri Estrada
La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa y que le permite, sin notarlo, ir tomando buena dirección.
Enrique Tierno Galván
Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
Ernesto Sabato
La poesía debe ser una continuación ininterrumpida de imágenes nuevas, sin las cuales no es más que anemia y clorosis.
Filippo Tommaso Marinetti
La fuerza de una nación, depende en última instancia de lo que puede hacer por su cuenta, y no de lo que puede pedir prestado.
Indira Gandhi
Cada libro es una pedagogía destinada a formar su lector. Las producciones en masa que inundan la prensa y el mundo editorial no forman a los lectores, sino que presuponen de manera fantasmática un lector ya programado.
Jacques Derrida
El único producto de la naturaleza totalmente incoloro, inodoro e insípido es el pensamiento de mucha gente.
Jaume Perich
No todo se puede saber, pero me pone enfermo la impunidad.
Javier Marías
La paz misma no es sino la guerra enmascarada.
John Dryden
Nunca dejo de sorprenderme por las cosas increíbles en las que la gente cree.
Leo Calvin Rosten
Las maestras y los maestros democráticos intervenimos en el mundo a través del cultivo de la curiosidad.
Paulo Freire
Los éxitos se producen sobre todo como consecuencia de una cultura que celebra el afán de éxito.
Seth Godin
Contemplar las flores es sedante. No despiertan emociones ni conflictos.
Sigmund Freud
Amaba el olor del combustible, que apestaba, el ruido que hacía, las nubes de humo que lanzaba, y me pasaba horas agachado observando la máquina mientras mi abuelo me apresuraba a volver a casa.
Soichiro Honda