Acuérdome de aquellos abetos negros y altísimos, cuyas delgadas cimas yo creía que rozaban el cielo. Era una infantil ignorancia; ahora, empero, ¡cuán poco placer me reporta el saber que estoy mucho más lejos del cielo que cuando yo era niño!
Thomas Hood
Ya que no bastaba la justicia para arruinar a la gente, se le ha añadido el procedimiento.
Achille Tournier
¡Ah!, nadie prueba a profundizar dentro de sí mismo.
Aulo Persio Flaco
El bagaje técnico del Jeet Kune Do es muy amplio, tan amplio como tu imaginación te lo permita, recuerda el no límite como límite, asentados sobre una sólida base, como es una guardia lateral, con rodillas ligeramente flexionadas, talones levemente levantados y desplazamientos laterales realizados sobre las puntas de los pies.
Bruce Lee
El Gobierno es una invención de la sabiduría del hombre para subvenir a las necesidades humanas. Los hombres tienen derecho a que estas necesidades les sean satisfechas.
Edmund Burke
¿Por qué llorar mi muerte si mi vida era un erial de espinas y de abrojos?
Estanislao del Campo
La única tristeza sin consuelo en la vida es la tristeza que se ha merecido.
Jacinto Benavente
Puede definirse como naciónfeliz, aquella en la cual la mano de los maridos está sobre el arado, y la de las mujeres con la aguja de coser.
John Ruskin
En vos hallar esperan renovada su memoria y sus obras valerosas; y allá os muestran lugar, como acá ejemplo, que abre al mortal de eternidad el templo.
Luís de Camões
Somos tristeza por eso la alegría es una hazaña.
Mario Benedetti
La falsificación genera un problema sólo si tiene éxito, es decir, siempre que la falsificación esté tan bien diseñada que no se descubra.
Murray Rothbard
Se pierde la virginidad de la fe para adquirir la maternidad de la razón.
Nicolás Salmerón
No me dejen morir así, digan que dije algo.
Pancho Villa
El mejor regalo que podemos darle a otra persona es nuestra atención íntegra.
Richard Moss
La gloriamáxima de un pueblo proviene de sus escritores.
Samuel Johnson
Lejos de abatirse el investigador novicio ante las grandes autoridades de la Ciencia, debe saber que su destino, por ley cruel, pero ineludible, es crecer un poco a costa de la reputación de las mismas.
Santiago Ramón y Cajal