Pues el trabajo de un también es un bien que puede cambiarse para obtener ganancia, así como para comprar alguna otra cosa.
Thomas Hobbes
Si no he de aprender algo hoy, no duermo.
Alex Pimentel
Quien conserva su cabeza de niño, conserva su cabeza.
Antonio Porchia
Ya está. Si me dan bola a mí, pasamos. Es el partido más fácil que tenemos.
Carlos Salvador Bilardo
La venganza eterniza los odios.
Confucio
Ambiciona honor, no honores.
Francesco Guicciardini
En un mundo donde solamente hay fealdad y desdicha el hombre más rico no puede comprar nada más que fealdad y desdicha.
George Bernard Shaw
Me gusta depender un poco del azar: la exactitud numérica de las estaciones de ferrocarril, la precisión de los barcos de vapor que llegan a la hora y el día exactos no agradan a un poeta, ni a un pintor, ni incluso a un simple arqueólogo o coleccionista como soy yo.
Gérard de Nerval
Adoro el arte, cuando estoy solo con mis notas, los latidos de mi corazón y las lágrimas caen, mi emoción y placer son inmensos.
Giuseppe Verdi
La Europa del mercado común tiene como primer proyecto a Hitler.
Gustavo Bueno
Las cosas sólo se pueden entender correctamente cuando se capta su espíritu mismo con pureza, lejos de las palabras e imágenes que las representan.
Kenzaburo Oe
Usted no puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe trabajar para su propia mejora.
Marie Curie
Creer en la inmortalidad del alma, es decir, estar persuadidos de la existencia de algo de lo cual es imposible formarse alguna noción real, es creer en palabras sin poderlas relacionar con algún sentido; afirmar que una cosa es tal y como la decimos es el colmo de la locura y de la vanidad.
Marqués de Sade
En las grandes solemnidades llenas de personajes parece que hay algunos repetidos.
Ramón Gómez de la Serna
Así como al jinete, si quiere permanecer sobre el caballo, a menudo no le queda otro remedio que conducirlo a donde este quiere ir, también el yo suele trasponer en acción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.
Sigmund Freud
Nuestras dudas son traidores que con frecuencia nos hacen perder el bien, que habríamos podido ganar, con el temor de intentarlo.
William Shakespeare