La contemplación de si mismo es, infaliblemente, un síntoma de enfermedad.
Thomas Carlyle
Dialéctica Erística es la arte de disputar, y disputar de tal forma, que se gane la disputa.
Arthur Schopenhauer
El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol.
Carlo Dossi
Las palabras, una vez impresas, tienen vida propia.
Carol Burnett
Evoca las formas. Cuando no tengas nada más inventa ceremonias e infúndeles vida.
Cormac McCarthy
Hay un secreto para vivir feliz con la persona amada: no pretender modificarla.
Dante Alighieri
Es prácticamente imposible enseñar programación correctamente a estudiantes que han estado expuestos al lenguaje BASIC con anterioridad. Como potenciales programadores, tienen la mente mutilada sin esperanza alguna de regeneración.
Edsger Dijkstra
Se secan las lágrimas mezclándolas.
Filippo Pananti
Nada es evidente. Nada está dado. Todo es construido.
Gaston Bachelard
El egoísmo tiene que perdonarse siempre, porque es un mal que no tiene remedio.
Jane Austen
Debemos aprovechar la lección de Inglaterra y hacer que nuestra democracia funcione. Necesitamos que funcione bien ahora. Cualquier sistema de gobierno funciona cuando todo va bien. Pero es el sistema que funciona en los momentos de apuro es el que sobrevive.
John F. Kennedy
Todo ha cambiado en mí y a mi alrededor. Y, para decirlo con mayor precisión: mi vida empezó solo después de haber encontrado a Dios.
José Ramón Ayllón
El tiempo sólo asoma en la desdicha y así la memoria sólo es el registro del dolor.
Juan Benet
Entre los niños reina el abuso, la violencia y la crueldad gratuita. Una de las pocas cosas que cerebro de ser adulto es que no tengo que estar todo el rato temiendo que los que son más altos que yo decidan tumbarme boca abajo y retorcerme el brazo hasta hacerme llorar.
Lorenzo Silva
Un hombre tiene que ser escultura para satisfacer, una mujer para satisfacer solo sonríe, no es lo mismo tener el brazo tendido que la boca abierta.
María Félix
Cumple con la gratitud del peregrino, no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó frescor y sombra, y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza.
Ricardo Palma