Mas vale hombre sin dinero que dinero sin hombre.
Temístocles
La gente rara vez ve los pasos vacilantes y dolorosos por los cuales se logra el éxito más insignificante.
Anne Sullivan
El flirt es el pecado de las mujeres honradas.
Armando Leyva Balaguer
La amistad se nutre de rondas de vino, estocadas hombro con hombro y silencios oportunos.
Arturo Pérez-Reverte
Esta gente es muy símplice en armas, con cincuenta hombres los terná(n) todos sojuzgados, y les hará(n) hazer todo lo que quisiere(n).
Cristóbal Colón
Cuando leo comentarios de propuestas sobre a donde debe ir C, a menudo vuelvo la vista atrás y doy gracias de que no se haya desarrollado bajo el asesoramiento de multitudes de todo el mundo.
Dennis Ritchie
Tener un hijo no es tener un ramo de rosas.
Federico García Lorca
Si para la defensa bastare empuñar el escudo, no debe esgrimirse la espada.
Franciso de Vitoria
Hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y... compañeros de partido.
Giulio Andreotti
Los líderes más admirados y más populares en el mundo son aquellos que enfrentan heroicamente a los enemigos de un mayor grupo de personas.
Lucas Leys
Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo; y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.
Luis Sepúlveda
Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche.
Marcelino Menéndez Pelayo
El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.
Pío de Pietrelcina
No sé si de la vida en el abismo son en definitiva un jugo mismo el néctar y la hiel.
Rafael Núñez
No leemos y escribimos porque sea tierno, escribimos y leemos poesía porque somos miembros de la humanidad, y la humanidad rebosa pasión, la medicina, leyes, administración, ingenierías son muy nobles y necesarias para sostener la vida, pero la poesía, belleza, romance, amor es por eso que vivimos.
Robin Williams
El viento era cada vez más potente. Silbaba con fuerza y hacía que los dos mástiles se combaran como cañas de pescar. Las olas se alzaban y, con la sencillez de quien salta un simple leño, pasaban de un lado al otro del barco, agitadas como una banda de facinerosos, y entonces se las llevaba la corriente. En aquellos momentos, las escotillas se convertían en cataratas.
Takiji Kobayashi