Quien difunda la felicidad obtendrá siempre circunstancias favorables que le produzcan a él mismo felicidad. Quien lleve el dolor a otros se verá inmerso, sin duda, de acuerdo con la ley del Pensamiento, en circunstancias que le produzcan miseria y dolor. Por lo tanto, el hombre crea su propio carácter y circunstancias por la manera en que desarrolla su pensamiento.