Tengo doce años y soy una inválida. El cartero trae a nuestra casa dos pensiones, la del abuelo y la mía. Las chicas de la clase, cuando se enteraron que tenía cáncer en la sangre, tenían miedo de sentarse a mi lado... De tocarme... Los médicos han dicho que me he puesto enferma porque mi padre trabajó en Chernóbil. Y yo nací después de aquello. Yo quiero a mi padre...