Ya estáis desnudos. No hay ninguna razón para no seguir a vuestro corazón.
Steve Jobs
Oye, quédate conmigo, soy tu mamá. Puedes correr hacia mamá cada vez que te peles tu rodilla...
Alanis Morissette
Me siento más orgulloso que nunca, viendo cómo se ha enamorado Estados Unidos de ti en tu papel de primera dama.
Barack Obama
Estoy de acuerdo en que todas las buenas fotografías son documentos, pero también sé que todos los documentos no son buenas fotografías. Además, un buen fotógrafo no se limita al documento, sino que prueba, descubre.
Berenice Abbott
Necesito de un amigo, que reciba con gratitud mi auxilio, mi mano extendida, aún cuándo eso sea muy poco para sus necesidades.
Charles Chaplin
Algunos, por odiar demasiado a los vicios, estiman demasiado poco a los hombres.
Edmund Burke
Nada hay tan difícil como la franqueza, ni nada tan fácil como la adulación. La adulación es agradable, y todos la escuchan con cierta delectación, con una delectación grosera quizá, pero delectación al fin.
Fiódor Dostoyevski
Cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempopasado fue mejor.
Jorge Manrique
Muy fácil, acelero más y freno menos.
Juan Manuel Fangio
¡Oh, déjame que guste el dulzor del momento fugitivo e inquieto! ¡Oh, deja que la rosa desnuda de mi boca se te oprima a los labios!
Juana de Ibarbourou
El gobierno y el militarismo son instituciones aliadas. Al militarismo lo mismo le da que el que mande sea Rey, Emperador o Presidente. Su misión es sostener en el poder a todas las tiranías.
Librado Rivera
Tengo un domingo en stand by por si algún lunes te deprime.
Ricardo Arjona
No puedo rendirme sin luchar.
Suzanne Collins
La omnipotencia ha hecho del león un animal del desierto.
Valeriu Butulescu
Pensad por cuenta propia y dejad que los demás disfruten del derecho a hacer lo mismo.
Voltaire
Los exploradores, que preparaban el camino del mejor modo posible, y una parte de la vanguardia fueron devorados antes de poder advertirlo. La confusión era extrema; los lobos, los tigres y demás carniceros, invitados por sus compañeros, acudían de todas partes. Se escuchaban crujidos de huesos y, en el aire, un espantoso aleteo; los buitres comenzaban a añadirse al festín.
William Beckford