No, no uso un iPod. Tampoco mis hijos. Mis hijos, en muchos aspectos, están tan malcriados como muchos otros niños, pero al menos en esto he lavado su cerebro: No uséis Google y no uséis un iPod.
Solo una cosa me molestaría: mi propio desprecio. Pero, naturalmente, no me puedo escupir a la cara.