Cásate con una persona igual, por que la desigualdad en las parejas quebranta la doble armonía.
Solón
Todos los hombres, durante el curso de tantos siglos, pueden considerarse como un solo hombre que subsiste y que siempre está aprendiendo.
Blaise Pascal
No merece la pena morir en un salto. Pero al menos matarse saltando desde la estatua de Jesús tiene algo de gloria.
Felix Baumgartner
El espíritu trabaja y juega, jugar es vivir tanto como trabajar.
Francis Picabia
Preparó una cazuela levantamuertos, esa sopa chilena que compone el ánimo en la desgracia y el cuerpo en las enfermedades.
Isabel Allende
Al no conectar iniciativas de diferentes ministerios y organismos, los gobiernos desaprovechan posibilidades de hallar sinergias y de generar un enfoque más holístico en la promoción del bienestar de la sociedad.
Jeremy Rifkin
Ganamos más siendo honestos y transparentes que siendo astutos y mañosos.
John C. Maxwell
Ser emperador de sí mismo es la primera condición para imperar a los demás.
José Ortega y Gasset
Es portentoso cuán poco basta a la naturaleza para su satisfacción, cuán poco ríos ha dejado que desear.
Michel de Montaigne
La verdad en un tiempo es un error en otro y viceversa.
Montesquieu
Creo que los libros de que habla son muy buenos para España y no valdrán nada en países más ilustrados. En referencia a los libros de fray Benito Feijoo.
Llámame cuando me haya saciado de esta querida y bella vida que no me ha atormentado nunca y a la que no he renunciado jamás. La he amado desde lo más profundo de mi corazón y todavía está en la flor. Mi salud siempre ha sido buena, la riqueza, abundante y las aspiraciones, grandes.
Naguib Mahfuz
Creo que el verdadero modo de conocer el camino al paraíso es conocer el que lleva al infierno, para poder evitarlo.
Nicolás Maquiavelo
Estaba creciendo. Pronto sería un hombre. Se preguntó qué significaría aquello. Seguro que no podría exigirse más de sí mismo como adulto de que lo había hecho como niño. No había más.
Orson Scott Card
Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas.
Ramón María del Valle-Inclán
Nadie yerra solo para sí, sino que esparce su aberración sobre los que lo rodean y él a su vez de ellos la recibe.
Séneca