Por ganancias que de vergonzosos actos derivan pocos quedan a salvo y muchos más reciben su castigo.
Sófocles
Siempre he creído que la esperanza es ese sentimiento tenaz en nuestro interior que insiste, a pesar de que todo indique lo contrario.
Barack Obama
Yo creo que es bastante más difícil conquistar a los niños, porque ellos leen un libro y si no les gusta lo tiran, es decir, no leen por esnobismo. Un niño no se leería como se lee un adulto el Ulises. Un adulto se aburre, pero debe seguir adelante porque hay que leer el Ulises para no ser un inculto. Por lo tanto, el público infantil es mucho más exigente.
Carmen Posadas
¿Sabes de esos famosos que tienen fans del sexo opuesto que creen que se casarán con ellos y vivirán felices para siempre? A mí me pasa algo distinto. He tenido fans femeninas que venían a verme y se enfadaban si no nos convertíamos en las mejores amigas e íbamos de compras juntas.
Dita Von Teese
En los convenios se tenían que bajar los salarios, al menos, el 1%
Gerardo Díaz Ferrán
La vida o es una aventura atrevida o no es nada.
Helen Keller
El escepticismo es propio, no ya de los espíritus elevados, sino de las inteligencias limitadas y orgullosas.
Iginio Ugo Tarchetti
No tengo miedo de hacer cambios, destruir la imagen, etc. Porque la pintura tiene vida propia.
Jackson Pollock
Tenía capacidad para sorprender, como todos los imbéciles mayúsculos, y por supuesto para irritar de nuevo en un solo segundo.
Javier Marías
Keaton, Chaplin o Chaney me han inspirado.
Johnny Depp
Mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños harán cosas pequeñas que transformaran al mundo.
Leo Buscaglia
Después del crisantemo a parte el largo nabo Nada.
Matsuo Basho
Siempre habrá esquimales que confeccionen para los habitantes del Congo reglas de comportamiento en las épocas de grandes calores.
Stanisław Jerzy Lec
¿Porqué leer uno de los míos? ¡Sé cómo termina!
Stephen King
Yo defendería la ley, aunque no fuera más que para protegerme de mi mismo.
Thomas Moore
Después de todo, yo soy en parte dueña de mi propia vida y J. R. no puede vivir la suya aparte de la mía.
Zenobia Camprubí Aymar