Nadie es desgraciado sino por su propia culpa.
Séneca
Ni se alegra el envidioso no estando el vecino triste.
Alonso de Barros
¡Pobre del amor a quien la fantasía abandona!
Arturo Graf
Cuando tengas entre 40 70 % de la información sigue tus instintos. No esperes a tener suficientes hechos para estar 100% seguro porque para ese entonces quizás sea demasiado tarde.
Colin Powell
Cuando los malos entran en combinaciones, los buenos deben asociarse; de otra suerte sucumbirán uno por uno en un sacrificio sin piedad, en una lucha despreciable.
Edmund Burke
Los niños saben que no hay nada en el armario y aun así temen que un monstruo emerja de su interior y les devore. Así funciona el miedo, sin atender a razones.
Fernando Trujillo Sanz
Me voy de Polonia a morir rodeado de extraños.
Frédéric Chopin
Los profesores forman una casta repugnante.
Gustavo Bueno
Este mundo está traicionando a la vida.
José Luis Sampedro
En medio de la insoportable algarabía del mundo el estilo literario más profundo es el silencio.
Manuel Vicent
Yo seré para ti una mujer más en tu vida, pero tú un hombre menos en la mía.
María Félix
La diferencia entre una persona que triunfa en su vida y una que fracasa no reside tanto en su potencial intelectual, sino en la capacidad para controlar sus propias emociones y las de las personas que la rodean.
María Jesús Álava Reyes
Es peor cuando los que te miran con desprecio son unos zoquetes que jamás han leído un libro ni han ido a ningún sitio que esté a más de treinta kilómetros de su pueblo natal.
Patrick Rothfuss
Un científico debe ser de hecho libremente imaginativo y aun así escéptico, creativo y aun así crítico. Existe un cierto sentido en el que debe ser libre, pero otro en el que su pensamiento debe estar muy precisamente reglamentado; existe poesía en la ciencia, pero también una gran cantidad de contabilidad.
Peter Brian Medawar
Cuando te conocí, no sabía esto con la precisión con la que te lo estoy contando ahora... No sabía tampoco que tú eres para mí el carácter. ¿Lo entiendes?
Sándor Márai
Con veinte años en el corazón, la muerte parece un sueño, y, sin embargo, se muere.
Teobaldo Cicconi