Hay pocos lazos de amistad tan fuertes que no puedan ser cortados por un cabello de mujer.
Santiago Ramón y Cajal
Un escritor raramente está tan bien inspirado como cuando habla de sí mismo.
Anatole France
El presente es árido y turbulento; el porvenir permanece oculto. Toda la riqueza, todo el esplendor y toda la gracia del mundo están en el pasado.
El poder de la palabra tiene para los gobernantes un valor sin límites. Ahora, que debe variarse constantemente. A la multitud hay que hablarle poderosamente, con lógica a una asamblea, familiarmente a grupos pequeños. Ése es el error de muchos políticos: emplear siempre el mismo tono.
Benito Mussolini
Cuando tus ojos me miran, mi corazón se alborota.
Edith Piaf
Jamás he sido lo bastante modesto como para exigirme menos a mi mismo.
Friedrich Nietzsche
Dios no es un ser creado, sino que es el Creador de todo lo que existe.
Lucas Leys
La vida en tiempo se vive, Tu eternidad es ahora, Porque luego no habrá tiempo para nada.
Luis Cernuda
Decir la palabra uno al espirar nos obliga a mantener la atención en la respiración en lugar de en aquello que nos preocupa.
Mario Alonso Puig
Somos nuestro propio país.
Matthew McConaughey
Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin qué ponerse, hambriento y sin qué comer, el día de hoy amanece justamente aborrascado y sangriento justamente.
Miguel Hernández
Todo lo que puede valuarse carece de valor. El mérito que se somete a número y a medida, parece una mercancía que se remata al mejor postor.
Severo Catalina
El licor con aroma a enebro había volatilizado sus pensamientos; pensaba que la locura había inducido a este hombre a llamarse a sí mismo rey, y simultáneamente, que el reino lo había llevado a la locura.
Ursula K. Le Guin
El sabio deberá de considerar que no solamente él sufre, sufren todas las criaturas del mundo.
Vardhama
Puedo hacer exactamente lo que me venga en gana, ¡lo que sea! ¡Si quiero, puedo dormir mientras estoy despierta!
Zelda Sayre Fitzgerald
Incurrir en el pecado del silencio cuando se debiera protestar, hace cómplices y cobardes a los hombres.
Zhou Enlai