Sin nada mejor, que andar por dentro hurgándome, sin nada mejor que hacer, tostándome al sol, hurgando en el recuerdo y no lo entiendo mejor que ayer.
Roberto Iniesta
El millonario no disfrutaría nada, si le faltase la envidia del vulgo.
Alfredo Panzini
Nunca me he tomado la molestia de describirme en el Diario, tiene gracia hablar con alguien sin decirle quién se es. Ahora voy a cumplir ese pequeño deber.
Anaïs Nin
Si por las noches, ya no puedo dormir, son tus besos, que nunca olvidare.
Andrés Calamaro
Saber dar es gran virtud, y dar sin tacto, locura; lo que se da sin finura se acepta sin gratitud.
Antonio Plaza
No creas conveniente actuar ocultando pruebas, pues las pruebas terminan por salir a la luz.
Bertrand Russell
La nuestra es una ciudad de gente que dice adiós.
Eduardo Galeano
Tengo otro deber igualmente sagrado (que la responsabilidad): mi deber conmigo mismo.
Henrik Ibsen
Los trapos sucios lavarlos en casa.
Honoré de Balzac
Martínez de Hoz modificó la Ley de Arrendamientos y aparcerías rurales cuando estuvo al frente del Ministerio de Economía (1976-80). Permitió el surgimiento de formas de explotación especulativa, fondos de siembra que hoy se dedican a cultivar maíz, soja y mañana a cualquier otra actividad.
Horacio Giberti
Me duele como a ti, pero tengo menos miedo de la muerte y más esperanza en la vida -replicó abrazándome.
Isabel Allende
El significado de la comunicación es la respuesta que usted obtiene.
John Grinder
Los impuestos directos sobre el ingreso deben reservarse como un recurso extraordinario para los casos de urgencia nacional, en los cuales la necesidad de grandes ingresos adicionales hace desaparecer todas las objeciones.
John Stuart Mill
La República será feliz, si al admitir mi renuncia nombráis de presidente a un ciudadano querido de la nación; ella sucumbiría si os obstinaseis en que yo la mandara. Oíd mis súplicas; salvad la República; salvad mí gloria que es de Colombia.
Simón Bolívar
Hay muy pocos que no prefieran ser odiados a ser objeto de risa.
Sydney Smith
Del hablador he aprendido a callar; del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud hacia esos maestros.
Yibrán Jalil Yibrán