Si dices que lo tienes en un puño... muy pequeño ha de ser tu enemigo.
Roberto Fontanarrosa
Amé, fui amado: basta para mi tumba.
Alphonse de Lamartine
No hay duda de que la ficción hace un mejor trabajo con la verdad.
Doris Lessing
Las penas, consideradas en sí mismas, ciertamente no pueden ser amadas, pero consideradas en su origen, es decir, en la Providencia y Bondad divina que las ordena, son infinitamente amables.
Francisco de Sales
A mi una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada, me basta, y la vajilla de fino oro labrada sea de quien la mar no tema airada.
Fray Luis de León
Llevamos varias décadas consumiendo tres barriles y medio de petróleo por cada barril nuevo que descubrimos.
Jeremy Rifkin
Mi sistema se basa en la religión, la razón y el amor.
Juan Bosco
Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza.
Julio Cortázar
Los hombres son religiosos no tanto en cuanto se creen muy imperfectos sino en cuanto se creen enfermos. Cualquier persona medianamente decente se considerará sumamente imperfecta; pero el hombre religioso se considera miserable.
Ludwig Wittgenstein
En este triste país, si a un zapatero se le antoja hacer una botella y le sale mal, después ya no le dejan hacer zapatos.
Mariano José de Larra
La falsificación de moneda, por tanto, es inflacionaria, tiene un efecto de distribución, distorsiona el sistema económico y equivale a un sigiloso y malicioso robo y a la expropiación a todos los legítimos propietarios de la sociedad.
Murray Rothbard
El segundo matrimonio del viejo Zelig estuvo marcado por constantes y violentas peleas, hasta el punto de que, aunque la familia viviera encima de una bolera, era la bolera la que se quejaba del ruido.
Patrick Horgan
Todos los hombres tienen una secreta ambición de aparecer grandes en el pueblo donde han nacido.
Samuel Johnson
La palabra es el índice del pensamiento.
Séneca
Épocas en las que el único lazo que une un hombre a otro es el dinero contante y sonante.
Thomas Carlyle
Gran libertad de espíritu adquirirán los que sigan el camino angosto, despojándose de todos los cuidados del mundo.
Tomás de Kempis