Una mujer que a pesar de los años conservaba intacta su determinación, una mujer que no se aferraba a los bordes del abismo sino que caía al abismo con curiosidad y elegancia. Una mujer que caía al abismo sentada.
Roberto Bolaño
Un hombre, por regla general, le debe muy poco al entorno donde nació. Un hombre es lo que él hace de sí mismo.
Alexander Graham Bell
La idea que tienen algunos, según me dice usted de que ofrezcamos parte del territorio nacional para obtener el auxilio indicado, es no sólo antinacional, sino perjudicial a nuestra causa. La nación por el órgano legítimo de sus representantes ha manifestado de un modo expreso y terminante, que no es su voluntad que se hipoteque, o se enajene su territorio.
Benito Juárez
Lo que hoy somos descansa en lo que ayer pensamos, y nuestros actuales pensamientos forjan nuestra vida futura.
Buda Gautama
Más sirven los hombres por lo que esperan que por lo que han recibido.
Diego de Saavedra Fajardo
Tiene sus órdenes, teniente. Su trabajo es ser su ojo en el cielo.
Helen Mirren
Tus fuerzas naturales, las que están dentro de ti, serán las que curarán tus enfermedades.
Hipócrates
La no-mutualidad parece una realidad cruel; pero deja de ser cruel cuando decidimos que no necesitamos comunicarnos con nadie puesto que ya somos todos.
Horst Matthai Quelle
Los niños desgraciados maduran antes que los niños felices.
Iván Turguénev
Ya no es un calor oculto en mis venas: es Venus y todo el conjunto de fijación sobre su presa.
Jean Racine
El miedo es bueno. El truco es dejar que no te paralice.
John C. McGinley
La foto es lo más importante. Entrevista con Mohamed VI en la sede de la ONU. Septiembre 2010.
José Luis Rodríguez Zapatero
Siempre acabamos llegando a donde nos esperan.
José Saramago
¿Manías al escribir? Sí, tengo que quitarme todas las pulseras mientras escribo, no lo puedo remediar. Y otra bien preocupante: necesito cambiar de habitación en cada libro.
Kate Morton
Si me hacéis decidir entre una mujer y una botella os contestaré: Lo que llegue primero.
Santiago Pajares
Los placeres moderados aflojan la tensión del espíritu y lo templan.
Séneca