Cuando yo estuve en Vietnam, había mucha comunicación basada en las emociones. Pero lo que finalmente hacían algunos de nuestros más grandes líderes fue que ellos podían hablar a nuestros espíritus. Ellos podían hablar mucho más allá que nuestros miedos de morir y hablaban directamente a nuestras almas, esa parte de nosotros que es tan poderosa que nos hace invencibles.