Monta tu película a medida que la filmas. En ella se forman núcleos a los que se aferra todo el resto.
Robert Bresson
Voy a volverme cómo el fuego, voy a quemar tus puños de acero. Y del morao de mis mejillas saldrá el valor pa cobrarme las heridas.
Bebe
La cara es el espejo del alma, y los ojos son sus intérpretes.
Cicerón
Simplificar nuestra vida, desechar lo que nos sobra, vivir sobriamente, eso es saber vivir.
Doménico Cieri Estrada
Todo se ha perdido, menos el honor.
Francisco I de Francia
En aquel mar del Japón, los días de verano son maravillosos. El cielo parece de laca, no hay nubes y el sol brilla de tal manera que el sextante de Acab tenía vidrios de colores para poder mirarlo.
Herman Melville
Una vida que niega la libertad, no es vida.
Javier Bardem
Hay hombres de tan mala especie, que no saben hacer el bien a nadie; y si alguna vez aciertan a ser provechosos para alguno, quieren que les sea esclavo, porque les cuesta mucho trabajo el haber hecho cosa contra su natural inclinación; y éstos son los hombres que merecen quedar solos al tiempo de su mayor necesidad.
Joaquín Setantí
El fin de la oración no es alcanzar lo que pedimos, sino transformarnos.
Julien Green
Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir.
León Trotski
Ninguna prohibición de la Torá es tan difícil de acatar como la de las uniones prohibidas y las relaciones sexuales ilícitas.
Maimónides
Cumplo mi obligación, lo demás no me distrae.
Marco Aurelio
Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda.
Mark Twain
Creo que uno de los progresos más notorios es que ya no se siente la necesidad compulsiva de argumentar o justificar las cosas. Estamos mucho más dispuestos a admitir que ciertas cosas son instintivas y otras son intelectual.
Rem Koolhaas
Llevaba el maletín y la maleta en el asiento de atrás. En la guantera del pasajero llevaba una Biblia (la Biblia del rey Jacobo; la única para él). Doug era uno de los cuatro predicadores laicos de la Iglesia del Santo Redentor, y cuando le tocaba predicar, le gustaba hablar de su Biblia como el manual de seguros definitivo.
Stephen King
No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
Virginia Woolf