Si el autor omnisciente de la naturaleza, supiera que el estudio de sus obras tiende a hacer que los hombres no crean en su Ser o atributos, no les habría dado tantas invitaciones para estudiar y contemplar la naturaleza.
Robert Boyle
La costumbre convierte los placeres muy costosos en necesidades oscuras y ordinarias.
Aldous Huxley
Sabes tanto de mí y no me comprendes. Saber no es comprender. Podríamos saberlo todo y no comprender nada.
Antonio Porchia
La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano.
Concepción Arenal
El público en general está dividido en dos bandos: los que piensan que la ciencia puede hacerlo todo, y los que temen que así sea.
Dixy Lee Ray
Que lo que quieres no haga que se te olvide lo que mereces.
Elísabet Benavent
Los peores verdugos son los que tienen buen corazón, y con el pretexto de enternecimiento dan, doce hachazos, cuando con uno hubiera sido suficiente.
François Mauriac
Un hombre no es nunca el mismo por mucho tiempo. Está continuamente cambiando.
George Gurdjieff
Cuando el género humano es herido por una grave locura colectiva, por el hecho de ser común y universal no es advertida ni recibida como locura.
Giovanni Papini
La simplicidad es primer paso de la naturaleza, y el último del arte.
James Bailey
La vida larga es prisión luenga, retablo de duelos, soledad de amigos, vergüenza de haber vivido y temor de no vivir.
Juan Rulfo
Lo que hay de más sutil en el hombre, es la sexualidad.
Louis-Ferdinand Céline
La responsabilidad es nuestra, es de la diligencia política.
María Corina Machado
El honor cojo, languideciente y tullido, no es más que un ídolo en quien nadie cree ya.
Mathurin Régnier
Cuentan que el obispo Warburton decía que la nobleza de la sangre era algo de lo cual nadie hacía descrédito, excepto aquellos que no la tenían; y que jamás conoció a ninguno que se vanagloriase de ella si tenia otra cosa de qué enorgullecerse.
Richard Whately
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban.
Thomas Mann