Hay muertos que no se van ni al cielo ni al infierno ni a ningún lado se quedan aquí para contarnos al oído la verdadera historia del mundo.
Richard Brautigan
Pese a la relativa apacibilidad de los austríacos, no me parece en absoluto inconcebible que, llegado el caso, se los pueda azuzar a cometer actos brutales y sangrientos.
Arthur Schnitzler
El no es necesario y debemos aprender a decirlo con paz.
Bernardo Stamateas
Los ordenadores te enseñan algo importante, y es que no tiene sentido recordarlo todo. Lo importante es ser capaz de encontrar cosas.
Douglas Coupland
Sin amor, estaríamos como niños perdidos en la inmensidad del cosmos.
José Ortega y Gasset
Yo era agresivo, básicamente. Elegí vivir la vida de un recluta solitario. No conviví con nadie porque no podía soportar la estupidez.
Kurt Cobain
No hay que olvidar que cuando se descubrió el radio, nadie sabía que resultaría útil en los hospitales. El trabajo era ciencia pura. Y esto es una prueba de que el trabajo científico no debe considerarse desde el punto de vista de la utilidad directa de la misma.
Marie Curie
Nunca están los hombres más cerca de la estupidez que cuando se creen sabios.
Mary Wortley Montague
Dondequiera que está la virtud en grado eminente, es perseguida.
Miguel de Cervantes
Las cosas buenas no hace falta entenderlas.
Morgan Freeman
Hay que simpatizar siempre con la alegría de la vida, cuanto menos se hable de las llagas de la vida, mejor.
Oscar Wilde
Controla el cambio: huele el queso a menudo para saber cuándo empieza a enmohecerse.
Spencer Johnson
Procurar comprender requiere consideración; procurar ser comprendido exige coraje.
Stephen Covey
Si no tenemos nada amable que decir, ningún sentimiento tierno para expresar, sentimos una sensación de vergüenza.
Ugo Betti
La plegaria, dirigida por los hombres a los dioses y enviada por los dioses a los hombres, sostenía a unos y a otros: y aún el mismo dios del brahmán, el Señor de la Plegaria, necesitaba de ella, aunque fuera el encargado de concederla.
Vicente Fatone
Juro por la burra de Balaam que, si sigue callando, haré que se arrepienta de su obstinación. Y diciendo estas palabras, el Califa no pudo evitar lanzar sobre el desconocido una de sus peligrosas miradas; éste ni se inmutó: el ojo asesino no le produjo el menor efecto.
William Beckford