Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Porque vuestros hijos sean mejores que vosotros!
Ramiro de Maeztu
Las mujeres son soldados mucho más valientes y heroicos, que combaten y padecen dolores para preservar a la humanidad, mucho más que tantos libertadores con todas sus bonitas historias...
Ana Frank
Se ha sembrado la palabra mañana, pero no ha brotado todavía.
Anónimo
¿O, por el contrario, sería más acertado ponerse esas bragas enormes y horrendas con sujeción para la tripa y el trasero, que incrementarían considerablemente las posibilidades de que Patrik y ella acabasen en la cama?
Camilla Läckberg
Mejor es ser engañado hasta el fin, que perder la bendita esperanza de la verdad.
Fanny Kemble
Para mí, la vida es como una posada del camino, donde debo demorarme hasta que llegue la diligencia del abismo.
Fernando Pessoa
La esperanza es el deber del sentimiento.
Si te quiere mal el mayordomo, no confíes en el amor del señor.
Jehuda Bonsenyor
Pero en las teorías políticas y filosóficas, como en las personas, el éxito saca a la luz defectos y debilidades que el fracaso nunca hubiera mostrado a la observación.
John Stuart Mill
Para conducir a un pueblo la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo. Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el conductor siempre trabaja para los demás, jámas para él.
Juan Domingo Perón
¡Son cornalitos, mi amor!
Moria Casán
Maldigo a quien te negó el regalo de sentir el Sol, de ver amanecer, de conocer a tu primer amor.
Nach
Sólo se combate por lo que se ama; solo se ama lo que se estima, y para estimar es necesario al menos conocer.
Piedad Córdoba
El ejército no debe ser más que el brazo de la nación, nunca la cabeza.
Pío Baroja
A veces miraba a los soldados heridos con envidia. Le parecía que las personas con cuerpos lacerados debían ser peculiarmente felices. Deseaba que él también hubiera podido ostentar una herida, un rojo emblema del valor.
Stephen Crane
En los menesteres ordinarios de la vida, una onza de costumbre vale tanto como una libra de inteligencia.
Thomas Brackett Reed