La mayor valía de la vida y el pináculo de la fortuna de un hombre es haber nacido con vocación hacia un estado cuyo logro colme su dicha.
Ralph Waldo Emerson
Por dos causas pecamos: o por no ver aún lo que debemos hacer, o por no hacer lo que ya vemos no se debe hacer; lo primero es mal de ignorancia; lo segundo, de flaqueza.
Agustín de Hipona
Es indudable que los juicios de la historia generalmente son erróneos.
Anatole France
¿Para qué es oro el tiempo más que para verlo pasar acariciándolo?
Camilo José Cela
Todo el mundo es carne de diván en realidad. Nunca digas de esta agua no he de beber.
Celeste Carballo
Todavía podemos esperar descubrir muchos cuerpos simples desconocidos; por ejemplo, los similares al aluminio y el silicio, elementos con pesos atómicos de entre 65 y 75
Dmitri Mendeléyev
Caiga la vergüenza sobre el que piense mal.
Eduardo III de Inglaterra
La gente cree que soy gracioso, pero no lo soy. Soy honesto.
Enzo Ferrari
Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de los libros y del cine.
François Truffaut
El crecimiento y desarrollo de las personas es la más alta vocación de liderazgo.
Harvey Samuel Firestone
Un hombre solo en una casa sola No tiene deseos de encender el fuego No tiene deseos de dormir o estar despierto Un hombre solo en una casa enferma.
Jorge Teillier
Ya no habrá días turbios... Ya no habrá noches malas si hay un amor secreto que nos presta sus alas.
José Ángel Buesa
Sean los orientales tan ilustrados como valientes.
José Gervasio Artigas
El Líder, el Partido y las masas forman una comunidad en que comparten el destino, la vida y el riesgo de la muerte.
Kim Jong-il
El Compromiso es lo que provoca que abandonemos nuestra inercia y nuestra pereza y hagamos lo que no es ni cómodo ni agradable de hacer y que, sin embargo, en nuestro interior, sabemos que es lo correcto.
Mario Alonso Puig
El hijo de las largas convivencias desapasionadas es el tedio.
Wenceslao Fernández Flórez