Las cosas que nos ocurren, incluso las malas, pueden enseñarnos algo sobre nosotros mismos.
R. J. Palacio
Nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que escucharla por otro.
Aldous Huxley
¿Acaso hemos nacido para trabajar como los animales?
Benito Pérez Galdós
Y Cosecharon los frutos maduros de su perdición.
Edgar Allan Poe
Aceptarnos tal como somos: la única forma de evitar la amargura. En cuanto "nos negamos", en lugar de pagarlo con nosotros mismos, lo pagamos con los demás, y ya sólo segregamos hiel.
Emil Cioran
Hay quienes suscitan la guerra por la única razón de poder ejercer más fácilmente por esa vía la tiranía sobre sus súbditos.
Erasmo de Róterdam
He vivido gran parte de mi vida entre las moléculas. Son una buena compañía.
George Wald
No hay dios, los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos.
Ignacio Ramírez
... y te digo que manco es Dios, e hizo el universo.
José Saramago
Cuando comas, cuando trabajes, cuando estés en el cine, cuando paletees a tu hembra, cuando chupes, en todos los momentos de tu vida, y, si puedes, hasta en el féretro: ¡hunde la panza!
Mario Vargas Llosa
Hoy en día es muy difícil confundir a la audiencia, los espectadores se dan cuenta de inmediato cuando ven el truco.
Matt Damon
Espéralo todo y cualquier cosa te parecerá nada. No esperes nada y cualquier cosa te parecerá todo.
Neil Strauss
Es fácil vivir en el mundo según la opinión del mundo. Es fácil vivir en la sociedad según la propia opinión. Pero el hombre grande es aquel que en medio de muchedumbre conserva con perfecta dulzura la independencia de la soledad.
Ralph Waldo Emerson
Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable.
Rosa Montero
Ahora estoy absolutamente envenenada por este mundo. Soy de las que no desconecto ni en verano: me levanto con la radio, me duermo con la radio, si no leo los periódicos me da la sensación de que salgo de casa sin desayunar.. Ahora sí puedo decir que realmente lo mío es muy vocacional.
Susanna Griso
Las horas más dolorosas de la amante cuando se imagina a su amado con sus hijos en las rodillas mientras su mujer, sonriente, entra y sale con tentadoras bandejas.
Tove Ditlevsen