Mientras pensamos en el presente, se está convirtiendo en pasado.
Qiu Xiaolong
¿Se acuerdan de Cantinflas? Con ese bigotito, ese acento mexicano, los pantalones, siempre bajaditos... ¡Igualito que Aznar.
Andreu Buenafuente
Duermo con el televisor encendido. Me despierto dos o tres veces para ir al lavabo. Miro la televisión y me despierto a las siete y media. Sigo mirando la televisión.
Andy Warhol
El mundo es para el hombre una tienda de campaña levantada un instante para albergarle un día.
Emilio Castelar
En nosotros todo lo excusamos; en los prójimos, nada; queremos vender caro y comprar barato.
Francisco de Sales
La democracia sin televisión es imposible.
Gustavo Bueno
No estoy afligido porque estés muerto o porque aún estés vivo sino porque no puedes decidirte por ninguna de las dos opciones.
Ivan Malinowski
Si no preparamos y llevamos a cima una espléndida reparación, no tenemos el derecho, ¡no, señor!, de dar el nombre de país civilizado a esos desgraciados pueblos. Los otros nos rehusarán, y justamente, sus consideraciones, y todos se creerán autorizados para atentar contra nuestro territorio.
Juan Montalvo
La búsqueda de precisión es análoga a la búsqueda de certeza y tanto una como otra deberían ser abandonadas.
Karl Popper
Tanto la propiedad privada como la herencia son categorías de sistemas sociales en los que ya se han formado familias aisladas poco numerosas (monogámicas) y ha empezado a desarrollarse el intercambio.
Lenin
Todo nuestro conocimiento tiene su principio en los sentimientos.
Leonardo da Vinci
No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
Oscar Wilde
Recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
Pablo de Tarso
Lo que ciertos hombres perdonan más difícilmente a una mujer es que se consuelen de haber sido burladas por ellos.
Paul Bourget
La perfección llevada al exceso muere de plétora.
William Shakespeare
¿Sabes cuál es el animal más peligroso del zoológico? Había una flecha que señalaba una pequeña cortina. Tantas eran las manos curiosas e impacientes que tiraban de ella que cada dos por tres teníamos que cambiarla. Detrás de la cortina había un espejo.
Yann Martel