El amor, el dolor y el placer siempre están en guerra.
Publilio Siro
No es aventurado esperarlo todo. No le cuesta más trabajo a esa corriente formidable de la vida, en que están las causas y los efectos, llenar un ánfora grande que un ánfora pequeña.
Amado Nervo
A nadie engañamos o halagamos con tan sutiles artificios como a nosotros mismos.
Arthur Schopenhauer
Siempre es el humilde el que habla demasiado.
Gilbert Keith Chesterton
Son nuestras decisiones las que muestran lo que podemos llegar a ser. Mucho más que nuestras propias habilidades.
J. K. Rowling
El hombre debe ser siempre flexible como la caña, no rígido como el cedro.
Johann Jakob Engel
Me dediqué a la política únicamente porque Joe murió; si algo me ocurriera a mí mañana, Bobby continuaría..., y si Bobby muriera, Teddy ocuparía su lugar.
John F. Kennedy
Además de enseñar, enseña a dudar de lo que has enseñado.
José Ortega y Gasset
Es difícil conservar barriles de 80 años, pero con amor se consigue; a los ancianos hay que tratarlos con delicadeza, porque ofrecen sabiduría.
José Pablo Navarro
La guerra es un juego serio en el que uno compromete su reputación, sus tropas y su patria.
Napoleón Bonaparte
Cortaría dos cosas en esta comedia: el segundo acto y el cuello del actor secundario.
Noël Coward
El deber es lo que esperamos que hagan los demás, no lo que hacemos nosotros mismos.
Oscar Wilde
Mi pintura fue cambiando no solamente por el momento que sucedía sino también por los lugares diferentes que me ha tocado vivir.
Pérez Celis
Nuestra raza, singular por sus bellas ciudades, pero más singular aún por no tener ningún punto de contacto o fraternidad ni con la raza española, ni con la francesa, ni con raza alguna del mundo.
Sabino Arana
La selección natural se encargaba de que los héroes que, en un momento crucial, tendían a hacerse a sí mismos preguntas como '¿Cuál es mi propósito en la vida?' echaran a faltar muy rápidamente ambas cosas.
Terry Pratchett
El amor tiene efectos muy diversos; primero ablanda el alma, luego la enferma. Pero más tarde ésta siente el fuego verdadero del amor divino, y grita, y se lamenta, y es como piedra que en el horno se calcina, y se deshace y crepita lamida por las llamas.
Umberto Eco