La dicha de la fea, la hermosa la desea.
Proverbio
La diferencia entre un veneno, una medicina y un narcótico es sólo la dosis.
Albert Hofmann
Los héroes de la literatura infantil de nuestro tiempo son por esa razón mayormente inconsecuentes: publicitados y explicados como objetos de consumo.
Alberto Manguel
Es fácil hacerse admirar cuando se permanece inaccesible.
André Maurois
El color es mi obsesión diaria, la alegría y el tormento.
Claude Monet
El elemento más destructivo en la mente humana es el miedo. El miedo crea agresividad.
Dorothy Thompson
Quien siembra en el espíritu, planta un árbol a larga fecha.
Friedrich Nietzsche
El afán de acumular derechos ha socavado y sofocado el sentido del deber.
Gregorio Marañón
El hombre con todo su genio y todo su arte, no es más que un miserable imitador de algo más elevado.
Gustave Flaubert
Cuando se está en quinto o sexto de bachillerato o se es un poco revolucionario o no se es nada.
José María Aznar
El placer no es sino la felicidad de una parte del cuerpo.
Joseph Joubert
Bueno, tengo que ser coherente con mi pasado.
Ramón Melendi
Hay conversaciones que reparan el cuerpo y consiguen idéntico resultado con el alma.
Reyes Monforte
Escribo para definirme, un acto de autocreación, en un diálogo conmigo misma, con escritores que admiro, vivos y muertos, con lectores ideales. Porque me da placer. No sé con certeza para qué sirve mi trabajo.
Susan Sontag
En un abrir y cerrar de ojos había comparado inmediatamente las cualidades de la primera y de la segunda; y había hecho una elección, una elección casi sin consecuencias prácticas, la misma que hacen casi todos los hombres al mirar a las mujeres. A pesar de que una infinidad de pensamientos le ocupaban la cabeza, decidió intimamente: ¡La elijo a ella!
Vasili Grossman
Las lágrimas corrieron por su rostro. Su mano temblorosa buscó el apoyo de la mesa para poder sostenerse, mientras me tendía la otra. La tomé entre las mías, estrechándola con firmeza. Cayó mi cabeza sobre aquella mano fría. Mis lágrimas la humedecieron y mis labios se apretaron contra ella. No fue un beso de amor. Fue una contracción de agonía desesperada.
Wilkie Collins