Las ideas no son perceptibles por nuestros sentidos sino que sólo las había conocido el alma estando separada del cuerpo y que, al unirse a él en el nacimiento, las olvidaba.
Platón
No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios.
Benedicto XVI
Del mismo modo que se custodia un pueblo fronterizo, guárdate a ti mismo, por dentro y por fuera. No dejes de vigilar ni un momento, si no quieres que la oscuridad te venza.
Buda Gautama
No puedes depender de tus ojos cuando tu imaginación está fuera de foco.
Charles Darwin
El que vive retirado dentro de su inteligencia y espíritu, vive en el paraíso.
Francis Beaumont
La domesticación no mejora a la bestia, la enferma, hace que se aborrezca a si misma, la llena de odio hacia los instintos vitales, la llena de desconfianza hacia todo lo que sigue siendo fuerte y feliz. En una palabra, la hace cristiana.
Friedrich Nietzsche
Juzgamos a las cosas de la vida no por sí mismas, sino por lo que nos afectan...
Jaime Balmes
Una cosa bella es un placer eterno. Su hermosura siempre va en aumento; jamás tornará a la nada, antes al contrario, guardará siempre para nosotros una verde umbría y un reposo lleno de sueños placenteros, un saludable bienestar y un sosegado alentar para nuestro pueblo.
John Keats
Destruir valor es arte de muchos. Construir, de pocos.
Jorge González Moore
La historia no es una ciencia; es el arte de mostrar una cara limpia y esconder un culo siniestro.
Leopoldo Marechal
El surrealismo no era para mí una estética, un movimiento de vanguardia más, sino algo que comprometía mi vida en una dirección espiritual y moral. No pueden ustedes imaginarse la lealtad que exigía el surrealismo en todos los aspectos.
Luis Buñuel
El hombre no tiene amigos: los tiene su felicidad.
Marlene Dietrich
Las costumbres del que nos habla nos convencen más que sus razonamientos.
Menandro
Soledad: Un instante de plenitud.
Michel de Montaigne
El que verdaderamente ama, nunca mira su provecho.
Séneca
Yo me pasaba semanas enteras tocando en los carnavales, por la satisfacción de hacerlo, no porque me iban a pagar. Ver que la gente se alegraba y se divertía era para mí una gran satisfacción. Iba a tocar la quena y cantaba los villancicos con los chicos que, como yo, adoraban al niñito Dios.
Tomás Lipán