Todos nosotros, hombres y animales, creamos una especie de espacio mágico a nuestro alrededor. Generalmente es un círculo de cinco metros de radio, y prestamos atención a todo lo que entra en él. No importa si son personas, mesas, teléfonos o escaparates: intentamos mantener el control de este pequeño mundo que nosotros mismos hemos creado.